martes, 22 de agosto de 2017

Pachamanka: Patrimonio culinario PERUANO

La Pachamanka es una técnica culinaria ancestral que proviene de  los pueblos indígenas (quechua-hablantes) de la sierra central peruana: Ancash, Huánuco, Pasco, Junín, Lima, Huancavelica, Ayacucho, Apurímac.  No es  en abstracto, "de los Andes" o "de los pueblos originarios" "o de los "pueblos indígenas", es un patrimonio que a los peruanos de la sierra central nos ha tomado siglos crear y perfeccionar.  Se puede parecer a otras técnicas similartes como el "Curanto" de  Chiloé (islas muy vinculadas históricamente al Virreinato peruano), pero no es lo mismo. 
  
En años recientes se quiere "ecuatorianizar" en base a discurso, como se hizo con la 
"intiraymización" (el Inti Raymi es un rito ancestral originario de los incas del Cusco). Al respecto,  ver:

Inventando patrimonio ancestral a partir de tradiciones peruanas
http://kachkaniraqmii.blogspot.pe/2017/08/inventando-patrimonio-ancestral-partir.html

El fenómeno  reciente de la "intiraimización" de las fiestas andinas en Ecuador : manipulación, plagio y tergiversación  (Paco Salvador) - minuto 26 y ss.

https://www.youtube.com/watch?v=IHcokVNA7Iw

La capacidad de inventar la "ancestralidad" otavaleña















Salasaca Guantug Cotacachi Otavalo Cruz Pamba, Wayra Calapi, Enrique Bonilla, kichwa, Julio Cabascango, 

Yaku Raymi, limpia de acequia ancestral con ritos y ceremonias pre-hispánicas (Perú)

Yaku Raymi, limpia de acequia ancestral con ritos y ceremonias pre-hispánicas

Una tradición heredada de las antiguas culturas pre-incas son las fiestas del agua, las que se mantienen en pueblos de Cusco, Ayacucho, Yauyos, Huarochirí, Tacna y otras regiones del país.  Conocida como el Yaku Raymi, palabras quechuas que significan la fiesta del agua, (se trata de) los tradicionales ritos de la limpia de los lagos y acequias antes de la venida de las lluvias, que deben tener sus cauces de acceso limpios para que esta agua sea aprovechada por pobladores, tanto para el consumo como para la irrigación de sus terrenos.

La limpia de acequias es relevante porque todos los residuos sólidos que contaminan las aguas son quitados manualmente por los pobladores, que trabajan en conjunto (en minka) para lograr sus objetivos.

La fiesta es importante porque es una actividad donde la población participa, y donde la divinidad del agua , que traerá la fertilidad, es agasajada con diferentes rituales  para garantizar una buena época d elluvias.  Entre los diferentes eventos que se relacionan a la Fiesta del Agua y Limpia de Acequias se encuentran exhibiciones de Danzas de Tijeras, ferias y otras representaciones escénicas.  Dicha celebración se reaiza entre los dias 24 y 25 de agosto.

Sobre la Danza de Tijeras: es una representación dancística de gran importancia ya que en ella no sólo es necesaria destreza, sino la conexión que el danzante de este género mantiene con el espíritu que lo proteje.

En estas festividades son de gran importancia los pagos a la tierra que ejecutan pobladores de cada comunidad en agradecimiento a la Madre Tierra (la Pachamama).

El Yaku Raymi tiene importancia porque significa un proceso de renacimiento o de renovación de la tierra en concordancia con la lluvia, donde esta primero se prepara para retomar el proceso de vida de productos agricolas.  Es una celebración heredada de tiempos prehispánicos que sigue su normal (desenvolvimiento), realizándose en los poblados de diversas regiones (andinas del Perú).




Inventando patrimonio "ancestral" a partir de tradiciones peruanas

miércoles, 19 de julio de 2017

Vestido tradicional de Tupe (Lima)


Tupe queda en la sierra de Lima.  En sus pueblos ariscados de verdes quebradas, aún sobrevive el jaqaru (lengua proto-aimara) y el traje tradicional de sus mujeres: anaco, faja cumbi, grandes tupus y aretes (de pececillos y monedas) de plata.

Foto: Danae Soto Chang





martes, 18 de julio de 2017

Chaccu: Esquila de vicuñas en el ande peruano

Chaccu, técnica ancestral de captura de la vicuña, preciosa dádiva de los dioses,  para su esquilado y posterior liberación.  Es un rito ancestral que ún sigue vigente entre los quechuas peruanos.  De funcionalidad económica, pero también  festiva, con danzas y música.

La imagen es de https://www.facebook.com/KunaOfficial



sábado, 15 de julio de 2017

Tinkuy: Cancionero multilingüe del Perú



Tinkuy: Cancionero multilingüe del Perú

Compilación: Raúl Cisneros
Transcripción y arreglos: Sadiel Cuentas
Dirección: Mónica Canales
Intérpretes: Coro Nacional de Niños


Presentación

El Coro Nacional de Niños, elenco oficial del Ministerio de Cultura, en vinculación con la dirección del lenguas del Viceministerio de Interculturalidad, se encuentra desarrollando desde el presente año el proyecto “Tinkuy: Primer cancionero multilingüe del Perú”, proyecto que tiene como objetivo principal la compilación, transcripción, producción de arreglos vocales de dificultad progresiva y difusión a través de conciertos y publicaciones, de melodías tradicionales que abarquen todas las lenguas que se hablan actualmente en el territorio peruano.

Se trata de un proyecto de largo aliento que en su primera fase, pondrá en valor mas de una veintena de obras en seis lenguas: Ashaninka, Shipibo, Nomatsiguenga, Yanesha Quechua, Aymara.

La compilación fue confiada al narrador y músico Raúl Cisneros y los arreglos al compositor Sadiel Cuentas, los que han sido realizados en estilo clásico contemporáneo, es decir haciendo uso de las técnicas musicales desarrolladas a partir del siglo 20 y de la tradición vocal dentro de la música clásica. Se ha hecho en particular un uso extendido de la imitación, el canon y la politonalidad.

Las melodías escogidas ofrecen una rica perspectiva de la cosmovisión y la vida dentro de cada una de estas comunidades, constituyéndose en un documento de gran valor cultural.

La versión 2017, y con motivo de las Fiestas Patrias, incluye además, cantos en lenguas vernáculas del periodo virreinal y arreglos sobre música popular del siglo XX.


Museo Nacional de la Cultura Peruana 
Av. Alfonso Ugarte 650, Lima 01
Martes 18 de julio  de 2017 
19:30 p. m. 
Ingreso libre


Mayores informes:
Teléfono: 321-5626
Correo electrónico: mncp@cultura.gob.pe



Programa


Cantos en lenguas vernáculas del periodo virreinal
Hanaqpachap cusicuinin (Himno quechua del S XVII)
Apuyaya Jesucristo (Canto quechua del S XVII)
Tonada del Chimo (Canto en lengua Muchik del Códice Martínez Compañón)

Canciones en Yanesha
Año kochamnatso
Ymporrexh

Canciones en Asháninka
Nobitsonsonirote
Kaniri

Canciones en Nomatsigenga
Intsomeni
Pairo Pasini

Canciones en Shipibo
Ribikaya
Noa Nomabo

Canciones en Aymara
Sarawxa
Qawansa Panqaritay

Canciones en Quechua
Ñawin Yakucha
Manzana Pukay Pukaycha

Arreglos sobre música popular peruana
Adiós pueblo de Ayacucho
Valicha.





miércoles, 5 de julio de 2017

Chile usurpó el nombre de PISCO


La escritora chilena Isabel Allende publicó el libro “Mi país inventado: Un paseo nostálgico por Chile” (Harper Collins Publishers, 2003 ). Esto escribió entre las páginas 22 y 23:

“El llamado norte chico, que algunos no consideran propiamente una región, divide el norte seco de la fértil zona central. Aquí está el valle de Elqui, uno de los centros espirituales de la Tierra que, según dicen, es mágico. Las fuerzas misteriosas de Elqui atraen peregrinos que acuden a conectarse con la energía cósmica del universo y muchos se quedan a vivir en comunidades esotéricas. Meditación, religiones orientales, gurús de diversos pelajes, de todo hay en Elqui; es como un rincón de California. Allí también se hace nuestro pisco, un licor de uva de moscatel, translúcido, virtuoso y sereno como la fuerza angélica que emana de esa tierra. Es la materia prima del pisco sour, nuestra dulce y traicionera bebida nacional, que se toma con confianza, pero al segundo vaso suelta una patada capaz de voltear al más valiente. El nombre de este licor se lo usurpamos sin contemplaciones a la ciudad de Pisco, en Perú. Si cualquier vino con burbujas suele llamarse champaña, aunque el auténtico sólo sea de Champagne, en Francia, supongo que también nuestro pisco puede apropiarse de un nombre ajeno”.





martes, 30 de mayo de 2017

El Pisco NO nació en Chile

Por: Gonzalo Gutiérrez


Hace pocos meses se publicó en Chile un libro elaborado por un grupo de dieciséis investigadores, encabezados por el historiador argentino Pablo Lacoste, que se titula “El Pisco Nació en Chile, Génesis de la primera Denominación de Origen de América”. La obra es producto de varios proyectos financiados por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Chile.

A fin de refutar la premisa principal del trabajo chileno, que se extiende a lo largo de 435 muy documentadas páginas, el Presidente de la Academia Peruana del Pisco, don Eduardo Dargent Chamot ha publicado un contundente artículo[1] en el que se rebaten de manera sustantiva los argumentos del supuesto origen chileno de la bebida.

En su preciso escrito, Dargent hace referencia al primer documento que menciona la producción de aguardiente en el Perú, el testamento de Pedro Manuel “El Griego”, que data del año 1613 y que es otorgado en la ciudad de Ica. Igualmente hace alusión a las múltiples fuentes que prueban que la primera producción de esta bebida se ubica en el Perú.

En esta ocasión no es necesario repetir los sólidos argumentos de Dargent, pero sí resulta interesante desarrollar algunos puntos relativos a la publicación chilena que llaman especialmente la atención.

El argumento central en torno al cual se construyen las más de cuatrocientas páginas del trabajo del equipo de Lacoste es que “…se documentó que en el inventario de la hacienda La Torre (1733) […] se registraron “tres botijas de pisco”. Este es el registro más antiguo del uso de la palabra “pisco” para denominar el aguardiente de uva en Chile y en América. Poco después, otros vecinos del Valle de Elqui imitaron esta idea, y comenzaron ellos también a usar la palabra “pisco” para llamar al destilado”[2].

El descubrimiento parece espectacular. Y es por eso que llama poderosamente la atención que en un libro tan prolijamente elaborado no se haya incluido una reproducción facsimilar de esta notable cita de un tan antiguo documento histórico. El inventario al que se hace referencia y que es el eje en torno al cual se estructura toda la argumentación es únicamente glosado en un anexo, de manera más bien oscura, entre las páginas 339 y 341 del trabajo. La sección más relevante del inventario es citada del siguiente modo en el libro: “…7 enfriaderas; tres botijas de pisco; un cajón con un San Antonio; una Santa Rita con su moldura vana…”[3] (el resaltado es propio)

En base a información recibida de un investigador peruano en Santiago de Chile se ha podido lograr una reproducción del antiguo documento. La parte relevante luce así (el resaltado es propio y no se encuentra en el inventario original):


Inventario del fundo La Torre, 1733



Dos elementos llaman la atención: en la primera línea resaltada se lee “…por tres botijas de Pisco”. Es decir, a diferencia de la transcripción en el libro del equipo de Lacoste, en el original se menciona la palabra Pisco con mayúsculas. Este detalle que parece ser absolutamente nimio tiene, sin embargo, una gran significación. De la manera como se anota la palabra en el original del documento resulta evidente que este inventario no pretendía describir el contenido o el propósito de los recipientes, sino que por el contrario indicaba claramente el origen geográfico de las tres botijas halladas en el pequeño fundo del norte chileno: la ciudad de Pisco, en el Virreinato del Perú.

Esta interpretación es ratificada por el hecho que el fundo La Torre, donde se realizó el inventario en 1733, cerca a La Serena, en la Gobernación de Chile, era propiedad de Pedro Cortés Monroy y Mendoza, quien fue, ni más ni menos, primo hermano de Francisco Cortés de Monroy, Comisario Mayor del Tribunal de la Inquisición, quien a su vez se había adjudicado bienes de la Hacienda Cóndor en el valle de Pisco, en el Perú. No es pues extraño pensar que las botijas encontradas en el fundo La Torre hayan sido parte de esos bienes que Francisco Cortés, pariente cercano del dueño del fundo La Torre, había obtenido en Pisco, y que ello fue así anotado en el inventario.

Dicho sea de paso, la información sobre esta familia Cortés se encuentra en los Manuscritos de la Inquisición de Lima, siglos XVI-XIX, que se ubicaron en el Archivo Nacional de Chile y que fueron extraídos de las bibliotecas peruanas durante la Guerra del Pacífico.

Sin embargo, ese no es el único elemento a notar en el original del documento. Seis líneas más abajo de la mención a las botijas provenientes de Pisco, en otra parte del inventario (que ha merecido también un resaltado propio en la imagen reproducida líneas arriba) se lee: “…por cinco cañones de sacar aguardiente…” y una línea más abajo “… 1 cocido y 2 de sacar aguardiente”. Estas dos menciones en el inventario también son reveladoras.

¿Cómo es posible que se reivindique que la bebida era llamada “pisco” en ese inventario en Chile, y pocas líneas más abajo, en el mismísimo documento, se señale que también se encontraron implementos para producir “aguardiente”? ¿Es que el equipo Lacoste sugiere que en un pequeño rincón del norte de Chile, en 1733, existía una distinción entre dos bebidas, una pisco y otra aguardiente? En realidad, estas menciones en el listado no hacen sino ratificar que la inclusión de la palabra Pisco en el inventario es únicamente para indicar el lugar de origen de las botijas, y de ninguna manera para señalar el nombre de una bebida, ya que en ese momento la denominación genérica en toda la América del Sur era aguardiente.

Más aun, en la publicación chilena se específica que antes de llevar a cabo el inventario, se había documentado que en el fundo se encontraban “…tres botijas vacías y nueve mil plantas de viña…”[4]. Extraña que las botijas –que eran usadas para transportar y almacenar todo tipo de productos- y estaban sin contenido, se transformasen posteriormente por arte de magia en unas botijas que contenían una bebida que engañosamente se quiere calificar como pisco.

Es peculiar, además, que el equipo que ensambló la obra consistentemente utilice el nombre “Pisco Elqui” para designar una población chilena de los siglos XVIII y XIX, cuando esa denominación no existió en Chile; y como lo precisa el mismo libro, recién fue creada administrativamente por la Ley 5798 en enero de 1936; es decir, más de doscientos años después del mentado inventario del fundo La Torre, y cinco años después que se reservara en Chile el nombre pisco para las bebidas espirituosas provenientes de esa zona del norte chileno. Este último hecho generó una paradoja única en el mundo en la que una dudosa denominación para una bebida pretendía asumir el nombre de un lugar geográfico que no existía cuando la supuesta denominación fue establecida.

Algunos de los ejemplos de la engañosa utilización del imaginado nombre de la localidad en el libro son los siguientes: “… la Hacienda La Torre, en la cual surgió el primer pisco […] en ella se elaboró pisco entre 1727 y 1733, […] estuvo ubicada en el polo de innovación y producción intensiva de vinos y aguardientes, en la localidad de Pisco-Elqui”. En la misma página se anota: “En efecto, don Pedro Cortés fue uno de los líderes del proceso de colonización junto con otros vecinos […] Estos se asentaron en el extremo oriental del valle del Elqui, después de Rivadavia, junto al río Claro, entre Montegrande y Pisco Elqui”[5].

Esta engañosa versión también se grafica en un dibujo incluido en el libro, donde se quiere dar a entender que “Pisco-Elqui” existía desde principios del siglo XVIII:



“El pisco nació en Chile”, pag. 396.



Como puede verse en las imágenes que siguen, la localidad ni siquiera aparecía en el Mapa de la Republica de Chile de 1884, y recién es incorporada en la cartografía chilena con el nombre “La Unión” en el "Atlas Nacional de Chile" de 1903. El intento de engañosamente deslizarla en los siglos anteriores únicamente tiene el propósito de justificar el uso del nombre, haciendo suponer erradamente al lector que una localidad con la denominación Pisco ya existía en el norte chileno desde el siglo XVIII. Huelga recordar que el pueblo de Pisco en el Perú es prehispánico y es claramente identificado desde el primer mapa existente del país, dibujado por el cartógrafo Diego Méndez en 1574.



Región de La Serena-Coquimbo, Mapa Nacional de Chile, 1884


Atlas Nacional de Chile, 1903



Para cerrar este tema, me tomo la libertad de reproducir una cita que el Dr. Dargent incluyó en su trabajo y que es particularmente reveladora del rechazo que este tosco artificio burocrático de cambiar de nombre a un pueblo en 1936 produjo en una de las personalidades más notables y admiradas de las letras de Chile y de América:

“Naturalmente no llamaré nunca a La Unión por Pisco-Elqui, triste ocurrencia de algún coquimbano que quiso reírse del lindo pueblo a lo tonto. Algún día hemos de devolverle su apelativo que apunta a la conjunción de los dos ríos. Yo sé que en ciertas casas bailaron y cantaron aquel fallo extranjero como una fiesta, y me alegró saberlo, pero de una alegría con dejo amargo”
Gabriela Mistral
“Pensando a Chile: una tentativa contra lo imposible”. Publicaciones del Bicentenario, 1 de enero de 2004, pag. 360

Un último elemento relativo a la elaboración de botijas llama también la atención. En el libro del equipo Lacoste, se afirma que “El registro más antiguo fue el horno botijero de la hacienda La Torre, en la localidad de Pisco Elqui. Según los documentos, en 1727 esta fábrica de botijas era ya vieja”.[6]

Esta afirmación resulta paradójica ya que en la página 255 del libro del escritor chileno Manuel Concha, titulado “Crónica de La Serena, desde su fundación hasta nuestros días 1549-1870” se incluye una referencia relativa a la recolección de fondos por parte del sacerdote Fray Pedro Araujo para concluir la construcción de la Iglesia de Santo Domingo de La Serena en 1759. Esa cita señala que el cura “…solicitó del cabildo privilejio esclusivo por diez años para establecer una fábrica de tinajas para el transporte de vinos i aguardientes; lo que se le concedió con la condición que debía permitirse la introducción de ese artículo por mar, i de que espirado el término de la concesión, la fábrica i sus útiles deberían quedar a beneficio de propios de ciudad en atención a sus pocas rentas…”

La cita deja en claro que no parecía existir en el norte de Chile en ese momento, 1759 -vale decir 32 años más tarde de lo que se reivindica en el trabajo de Lacoste- una fábrica de botijas en el área, toda vez que se le concede al cura Araujo el “privilejio esclusivo” de establecer una productora de esos recipientes. Más aún, se deja a cubierto el derecho de introducir el mismo producto por mar, lo que hace suponer que la zona regularmente se abastecía de botijas que llegaban por la vía marítima, lo más probable provenientes del Perú, como había sido el caso de las tres botijas descritas en el inventario del fundo La Torre en 1733.

Todos estos elementos, más bien puntuales pero emblemáticos, nos llevan a pensar que el trabajo ensamblado de manera tan prolija por el equipo Lacoste para infructuosamente pretender sustentar un origen chileno para el Pisco ha sido preparado siguiendo el famoso aforismo italiano que dice “Se non è vero, è ben trovato”.



[1] "La Discución ridícula" (http://laabeja.pe/de-opini%C3%B3n/salud-maestro-cesar-costa/803-la-discusi%C3%B3n-rid%C3%ADcula.html)
[2] P. Lacoste, "El Pisco nació en Chile", pág. 47
[3] Op. Cit. pág. 340.
[4] Op Cit. pág.  56
[5] Op. Cit. pág.  52
[6] Op. Cit. pág.  134






Origen de este texto: http://www.posicion.pe/2016/07/el-pisco-no-nacio-en-chile/#disqus_thread



Chile usurpó el nombre del PISCO (Isabel Allende)